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Crónica de un rendimiento anunciado

por Joaquín Navarro

Citroën Chile ha creado una suerte de tradición con el C-Elysée y las demostraciones de sus eficientes motores diésel. Sin embargo, Car Motor no había tenido la oportunidad de participar en estos desafíos, hasta ahora. Sí, es un reto, pues no vinimos a viajar, sino a tratar de sacar lo mejor del C-Elysée y su nuevo motor 1.5 BlueHDi en un viaje de 800 kilómetros desde Santiago hasta Copiapó. Los consumos son notables y deprimentes a la vez.

La cita era a las 8:30 de la mañana en el centro de Santiago. Había todo un largo día por delante, pero eso nunca sería suficiente. Luego de los calurosos saludos con los colegas y de zampar un par de bocadillos como desayuno, buscamos el “06” en los parabrisas y, junto a Felipe López de Chile Test Drive, nos subimos a nuestro rocinante.

Un par de distracciones nos costaron unos minutos y el zarpe se concretó poco minutos después de las 9:00 horas. Fuimos el último de los ocho C-Elysée en comenzar la odisea. Esto después nos jugaría en contra ante la estrategia de otra dupla de los periodistas montados en uno de los Citroën. La idea no era llegar primero, sino poder exprimir cada décima de km/L que este nuevo motor pudiera entregar.

En otras palabras, nos habíamos acometido a una carrera de regularidad en la que ganaba quien llegara a la nortina Copiapó con el mejor consumo promedio de combustible. La ruta y las condiciones eran flexibles, pero había dos paradas obligatorias y dos horarios que cumplir. De no hacerlo, seríamos penalizados o peor aún, descalificados.


¿Qué podría salir mal con el Citroën C-Elysée?

La maquinaria a nuestra disposición era el famoso C-Elysée, tal como el que se presentó en Chile en 2017, pero con un trasplante de corazón. Ahora este sedán de 4,42 metros de largo usa el motor turbodiesel 1.5 BlueHDi de 100 caballos de fuerza en lugar del antiguo 1.6 de 92 equinos. Una de las mejoras más importantes de este tratamiento es el incremento de torque, ya que los 250 Nm se ofrecen apenas a las 1.750 revoluciones por minuto.

Con esa información en nuestras manos, los primeros kilómetros en carretera al salir de Santiago debían ser de estudio. El 1.5 BlueHDi resulta ser un propulsor muy flexible, suave de respuesta y bastante sigiloso para un motor que sólo bebe diésel. Sin embargo, para obtener su mejor rendimiento era necesario encontrar ese punto dulce del tacómetro en el que se pudiera sacar mayor provecho al torque con el menor gasto de combustible.

Bingo. Tras sortear un par de atascos a la salida de la capital, conseguimos la respuesta que necesitábamos, aunque eso no era nuestra única preocupación con respecto al afán por la eficiencia. Era nuestro deber moral pasar por una estación de servicio para verificar la presión de los neumáticos y corregirla si es que fuese necesario. Al tener las ruedas correctamente infladas, se reduce la pérdida de energía por el roce innecesario de estas contra el asfalto. Lógicamente, no queríamos eso.

Para nuestra desgracia, las primeras dos máquinas que encontramos estaban descompuestas. Fueron cerca de 100 kilómetros de ruta los que tuvimos que recorrer para descubrir que, efectivamente, debíamos corregir la presión de los neumáticos: 36 psi adelante y 32 psi atrás fueron las presiones con las que continuamos el desafío. Con eso resuelto y nuestro mínimo equipaje a bordo, sólo quedaba concentrarse en conducir. Concentración por 9 horas más.

Con la carretera en plano falso es fácil mantener 90 km/h, velocidad en la que los consumos instantáneos permanentemente fluctúan entre 30 y 40 kilómetros recorridos con cada litro de diesel. Pero no, la ruta no era plana. De hecho, tenía muchas cuestas. Aquí, lo más importante era mantener el motor entre las 1.750 y 2.250 revoluciones por minuto, aunque fuese en desmedro de la rapidez de nuestro desplazamiento. Así, los consumos se mantendrían sobre 20 km/L la mayor parte del tiempo.

Vimos todo tipo de vehículos adelantarnos por nuestra izquierda. Los autos de la producción del evento, otros C-Elysée dedicados al transporte de pasajeros, buses, camiones y hasta un Ferrari Roma. Pero nuestro objetivo no tenía que ver con ellos, sino con estar en la Copec del sector Vegas Norte de la ciudad de La Serena a más tardar a las 14:00 horas.


Todo fue goce y gratitud por los notables consumos que arrojaba este motor hasta que, al llegar a La Serena, notamos que habíamos cometido un error: apuntamos la estación de servicio equivocada y, producto de ello, ahora teníamos casi 10 minutos de retraso, según la navegación de Google. Como si la ansiedad fuese un juego, la ciudad tenía unos generosos atascos preparados para nuestra visita.

A las 14:08 marcamos nuestra llegada al punto de control ubicado a 480 kilómetros de Santiago. Nos ganamos una penalización de 0,1 km/L sobre el promedio que presentáramos al final del día. Allí tuvimos la posibilidad de estirar un poco las piernas, pasar al baño y recibir una caja con los almuerzos que la producción y Citroën habían preparado para nosotros. En menos de cinco minutos habíamos vuelto a la carretera, con el debido cambio de conductor.

La siguiente parada era Cachiyuyo, tan sólo a unos 120 kilómetros más allá. Eso fue lo que pensamos, pero no sabíamos que buena parte de ese recorrido se trataría de subir unas muy inclinadas cuestas. La Serena está nivelada con el mar, pero sólo en ese tramo de pendientes llegamos hasta los mil metros de altitud. Por supuesto, nos adelantaron todos los camiones posibles. Sólo faltó que nos adelantaran en bicicleta.

La perspectiva optimista era que Copiapó está a 630 metros sobre el nivel del mar, por lo que en algún momento todas esas subidas se verían contrarrestadas parcialmente con las bajadas. Y cuando llegamos a esas bajadas estuvimos muy cerca de conocer lo que es la gloria.

Ahí fue cuando pudimos comprobar que, pese a que el “Champs Élysées” ya tiene 10 años de experiencia y su diseño es sencillamente austero, su dinámica de conducción tiene muchas virtudes. Lo demostró cuando tocó recuperar tiempo en las bajadas de las cuestas. No importó qué velocidad alcanzáramos sin tocar el acelerador, pues las curvas no son un problema para este sedán.

No nos malinterpreten, no es un auto deportivo. Por el contrario, es un auto muy cómodo, tanto para la ciudad como para la ruta. Pero la calidad de la puesta a punto de su suspensión también lo hace un auto muy estable a velocidades de carretera. Incluso con los vientos laterales que corren en el desierto del norte de Chile, el C-Elysée mantenía feliz y tranquilamente la trayectoria que le indicara el volante.

Luego de esa etapa, el camino se hizo rectilíneo y ofreció mínimos cambios de altitud. Sólo quedaba disfrutar de la puesta de sol y mantener una velocidad de crucero de 90 km/h en sexta marcha para llegar a las 18:50 a nuestro destino en Copiapó. Esta vez, en teoría, teníamos todo bajo control. Así seguimos hasta salir de la ruta Panamericana (Ruta 5 Norte) para recorrer los últimos kilómetros.

Hasta ese momento seguíamos a 900 metros sobre el nivel del mar; sabíamos que lo poco que quedaba sería en bajada, por lo que creímos que nuestro excelente promedio de consumo estaba libre de amenazas. Sólo habría que esperar. Pero él tiene razón, Murphy siempre tiene razón.

Con escasos minutos restantes para las 19:00 horas, nos vimos inmersos en la congestión vehicular de la hora punta en Copiapó. Pensamos que había sido suficiente en La Serena, pero la ansiedad estaba de vuelta. Sólo faltaba un kilómetro, pero ese tramo en el centro de la ciudad estaba lleno de semáforos. Nuestra salvación fue el sistema Start/Stop. Si el auto no apagara su motor automáticamente en las paradas breves como las de un atasco, habríamos perdido nuestro esfuerzo de casi 10 horas de conducción.

Cruzamos la plaza de armas de Copiapó, dejamos pasar a los peatones en sus cruces, esperamos nuestro turno en cada disco “Pare”. El reloj ya marcaba las 19:54, pero ahí estaba. Frente a nosotros, el logotipo iluminado en la azotea de nuestro hotel. Habíamos llegado.

Dejamos al “06” en el estacionamiento subterráneo, se tomó registro de nuestro consumo promedio y distancia recorrida, Felipe me miró y, como si 10 horas de convivencia fuese poco, suspiramos al mismo tiempo. Sólo quedaba esperar hasta la mañana siguiente para saber si habíamos sido capaces de sacar lo mejor de este Citroën y el nuevo 1.5 BlueHDi.

La anterior celebración de este tipo de desafío con el C-Elysée brindó un consumo récord de 26,3 km/L. Esta vez, todo nuestro rigor y esfuerzo se tradujo en un consumo de 28,5 km/L en los 797 kilómetros recorridos. Con eso ya teníamos una victoria, pero también teníamos la ilusión de haber sido la dupla más eficiente de esta edición.

Finalmente, hubo un mejor rendimiento

Entre colegas se hablaba de consumos de 27,7 km/L, otros también habían hecho 28,5 km/l, pero ahí entraban en juego las penalizaciones por los retrasos. Sin embargo, al final ninguna penalización hubiese hecho la diferencia. Car Motor y Chile Test Drive obtuvieron el segundo mejor consumo del desafío. ¿Y el mejor? 30,3 kilómetros por litro. Sí, un tres, un cero, una coma y otro tres. Treinta coma tres. Increíble. Nuestros reconocimientos para José Ignacio Gutiérrez de Rutamotor y Nicolás Gerlach de La Tercera.

Con esta actualización mecánica, el Citroën C-Elysée sólo se ofrecerá con este tren motriz en Chile. Ahora es el único en su segmento que aún cuenta con un motor diésel. Sus cifras oficiales según el Ministerio de Energía chileno son de 19,3 km/L en ciudad y 25,4 km/L en carretera. No obstante, nos consta que otro vehículo del desafío consiguió casi 23 km/L con una conducción completamente normal.

Aparte de eso, no hay novedades en otros frentes. En seguridad ofrece doble airbag frontal, frenos con sistema ABS, control de estabilidad y asistente de salida en pendiente. Incorpora un aire acondicionado con un display digital de serie, control de velocidad crucero y un infoentretenimiento con Apple CarPlay y Android Auto en una pantalla de 7 pulgadas.

La etiqueta de todo esto marca $16.590.000 antes de aplicar bonificaciones. Claramente le pesan los años y la fabricación low-cost, pero eso no quita el hecho de que este es uno de los autos más eficientes actualmente en venta en el mercado chileno.

Y tú ¿crees que lo vale? ¡Te leemos en los comentarios!

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