Hay quien dice que toda buena historia tiene un triste final. Ese hito es el que viene a marcar el Mégane R.S. Ultime, una edición especial que, además de cerrar el legado del Mégane R.S., pone fin al departamento Renault Sport, cuya labor será absorbida por Alpine. Serán 1976 unidades, cifra que corresponde al año de fundación de Renault Sport.
Este último capítulo se escribe sobre la tercera iteración del Mégane R.S., un hatchback del segmento C que ha demostrado ser de los más rápidos y eficaces entre sus pares de tracción delantera. Como tal, se le distingue por un tratamiento exterior que lo ensancha 6 centímetros sobre su eje delantero y otros 4,5 sobre el trasero, una salida de escape central escoltada a cada lado por un difusor que reduce el levantamiento y un alerón trasero que bordea prácticamente la mitad del portalón.
A esa estética atlética y agresiva se suman los gestos con los que el Ultime señala que es una edición especial. Entre ellos están los dos diamantes impresos sobre el capó, los gráficos inspirados en el nuevo branding de Renault, ubicados junto a la salida de aire lateral, en el techo y en el parachoques trasero. Por cierto, ese parachoques delantero inspirado en los alerones frontales de los monoplazas de F1 también lleva inscrito el nombre de esta edición especial. Y, como dato, se pronuncia “ultim”, puesto que se trata de una palabra francesa.

Tras las puertas del Mégane R.S., el ambiente se marca principalmente por esas notables butacas Recaro que abrazan hasta el alma, el volante en cuero y alcántara, los acentos en rojo en numerosos y la tapicería del techo en negro. Como no podía hacer falta en una edición de producción limitada, cada uno de los Ultime lleva una placa con la denominación del modelo, su numeración y la firma de Laurent Hurgon, piloto que puso su toque en la puesta a punto de este auto.

Por el lado técnico hay dos noticias, una buena y otra no tan buena. ¿Por dónde partir? La realidad es que no hay mejoras dedicadas especialmente a esta edición final, sin embargo, los ingredientes que tomó Renault Sport son algunos de los mejores que tienen para el Mégane R.S. Concretamente, se tomó lo que era la variante Trophy de este “hot-hatch” con el chasis Cup. Esto implica que se mantiene la suspensión con topes de compresión hidráulicos para los amortiguadores, manguetas desacopladas hechas en aluminio, discos de freno flotantes mordidos por pinzas Brembo y el sistema de dirección a las cuatro ruedas.

El corazón de este modelo es un bloque gasolinero turboalimentado de 1.8 litros que libera hasta 300 CV y 420 Nm de par. Esto es canalizado por una transmisión manual de seis velocidades o bien una automática de doble embrague con siete marchas, siempre conectado al eje delantero mediante un diferencial Torsen, con el que sería capaz de marcar un 0 a 100 km/h en 5,7 segundos.
El equipamiento queda tal cual lo ofreció el Mégane R.S. estándar, es decir, con unas pantallas de 9,3 pulgadas para la multimedia y 10 pulgadas para el cuadro de instrumentos, un sistema de audio Bose, el monitor R.S. (que despliega datos de telemetría deportiva), el control crucero adaptativo y las ayudas para maniobras de 360°, entre otros.

La restringida producción que tendrá el Mégane R.S Ultime y su clara orientación europea desde su concepción hacen bastante bajas las probabilidades de que llegue a ser visto en Latinoamérica. Al otro lado del charco, en España, por ejemplo, se comercializa el Mégane R.S. Trophy por algo más de 43 mil euros, por lo que es de esperar que un cupo de este adiós supere los 50 mil euros (USD $54.500).
Ahora, no hay que llorar, porque la misión que cumplía Renault Sport queda en buenas manos. Alpine, ese histórico fabricante francés que hoy produce el fascinante A110, será el responsable de las siguientes novedades deportivas del grupo Renault, inclusive con trenes motrices eléctricos.
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