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Jeep Renegade T270: este sí es un Jeep urbanita

por Joaquín Navarro

La primera parte de la historia que escribió el Renegade no fue del todo favorable. Tenía buenos argumentos, pero también cargaba con algunos cabos sueltos. Afortunadamente, Jeep aprovechó la revisión de media vida de este SUV y le dio un impulso a este proyecto. Les tomó varios años, pero hoy, con el nuevo motor turboalimentado y el extra de equipamiento, ya estamos ante un mejor Jeep citadino.

El Renegade ya lleva una larga vida. Se presentó en Latinamérica en 2015 y desde entonces se ha mantenido con ligeras modificaciones. En estos 8 años no ha tenido ningún cambio generacional. Aunque pueda parecer sólo un dato anecdótico, es algo importante cuando el sector del mercado en el que compite es el insaciable segmento B-SUV. En otras palabras, ha pasado mucha agua bajo el puente, pero Jeep persevera con el Renegade. Ahora ¿vale la pena?

Es un vehículo bastante compacto. De largo marca 4,26 metros y, de ellos, 2,57 los tiene entre sus ejes. Su estética da la impresión de ser más grande de lo que realmente es, principalmente por la imponencia de su diseño cuadriforme. También lo ayudan el conjunto de los nuevos faros LED y la parrilla de las siete franjas. En este caso el gráfico en plástico negro es casi omisible, pero en otros colores de pintura el contraste también hace lo suyo.

El refresco que recibió hace algunos meses también tocó levemente las molduras plásticas de los parachoques y las llantas. En esta unidad se muestra el diseño bitono de 18 pulgadas, que hacen un lindo juego de brillos con la denominación del modelo en las puertas delanteras. Ese emblema tiene una nueva tipografía, dicho sea de paso. Finalmente, restan los ópticos traseros con diodos LED en forma de X.

El Renegade por dentro

Las dimensiones recién mencionadas se hacen notar en el interior, pues no es un auto tan espacioso como su estética podría sugerir. No está mal ni tampoco es muy distinto a su competencia, pero hay que aterrizar las expectativas a la realidad del segmento. Ahora, sí gana puntos en su maletero, ya que sus 400 litros son vastos y muy aprovechables.

Al echar la mano a correr por los materiales y texturas de este habitáculo se generan impresiones mixtas. Por una parte, todo parece ensamblado para durar, sin crujidera alguna. El salpicadero es de un inyectado blando, cosa rara de ver en este segmento, pero acorde al punto de precio del Renegade. Las puertas se quedaron en los plásticos rígidos, aunque cumplen con el acolchado para los codos.

No obstante, hay ciertos plásticos, como los de los indicadores direccionales tras el volante o los bolsillos de las puertas, entre otros, que necesitan mejorar sus terminaciones. La exploración de calidad me dejó con algún rasguño en la mano y en algún rincón incluso se pueden percibir bordes filosos.

Pese a eso, es loable que sí hayan puesto atención al detalle en la expresión de la personalidad de este producto en su habitáculo. Mientras más buscas, más encuentras easter eggs (huevos de pascua) en forma de emblemas, figuras o palabras. Además, desde la posición de manejo es imposible olvidar la forma de la carrocería y la musculatura en el capó. Es más, ¿cuántos SUV mantienen una barra frente al copiloto, como en los todoterreno de antaño? Son muy pocos, aunque sea un mero gesto de coquetería.

Al centro del salpicadero está el sistema de infoentretenimiento Uconnect en una nítida y obediente pantalla de 8,4 pulgadas (son 7’’ en la versión de entrada). Este sistema tiene Apple CarPlay y Android Auto inalámbricos preinstalados e incluye navegación de fábrica, aunque toma un poco de práctica aprender a navegar sus menús. Sin embargo, su mayor punto débil es que la conexión con el teléfono se pierde o interrumpe cada vez que se atraviesa un pórtico de pago en la carretera.

Lo más importante: el T270

La actualización del Renegade que probamos recibió, por fin, una revisión a su tren motriz. En Chile este SUV siempre usó el motor 1.8 e-TorQ, un motor que en el papel debía calzar bien con este producto, pero que en la práctica era anémico y truncaba la experiencia de manejo. Lo bueno es que esa unidad mecánica salió del catálogo y en su lugar ha sido bienvenido el nuevo T270.

Este motor alcanza los 1.3 litros entre sus cuatro cilindros y, gracias a su sobrealimentación por turbo, desarrolla 173 hp y un torque de 270 Nm a un régimen de 1.850 revoluciones por minuto. Es esa fuerza de torsión es la que marca la gran diferencia. Este motor es el que el Renegade necesitaba, puesto que es perfectamente capaz de mover con soltura la tonelada y media que pesa este pequeño SUV.

Es cierto, tiene un poco de letargo para cargar el turbo y puede ser más rumoroso de la cuenta cuando explora la zona alta del tacómetro, pero esos son detalles. Lo importante es que este Jeep ahora sí es ágil como un SUV urbano debería ser. Además, se lleva bien con la suave transmisión automática de 6 velocidades y sus consumos son razonables: en torno a 11 km/l en ciudad y hasta 17 km/l en carretera.

Por lo demás, el Renegade se hace un buen compañero para el día a día. Una vez que uno se acostumbra a la ubicación y tamaño de los retrovisores, es fácil dimensionar cada una de sus esquinas. La asistencia a la dirección ayuda bastante a situarlo en el camino y en estacionamientos. La suspensión, en este caso, se lleva mención aparte: es silenciosa, cómoda en carretera y excelsa ante las irregularidades de la ciudad. Su único vicio es la excesiva tendencia a clavarse de morro en frenadas fuertes, aunque esto no afecta su trayectoria.

Esta renovación también mejoró la seguridad de este auto. A sus 6 airbags de serie y los reglamentarios frenos con ABS y control de estabilidad, se suma, según versión, frenado autónomo de emergencia, alerta de mantenimiento del carril y monitor de punto ciego. Aunque podría incluir más asistencias a la conducción, nos complace reportar que las que tiene funcionan de forma correcta y amigable. Además, los nuevos faros LED aportan un buen haz luminoso por la noche, aunque se echa en falta que tengan encendido y apagado automático.

Sacando cuentas con el Renegade

La oferta de este SUV se divide en tres versiones distinguidas por nivel de equipamiento. Todas usan la misma mecánica ya descrita, sin opción de tracción a las cuatro ruedas, aunque probablemente ningún usuario del Renegade la eche de menos. La versión de entrada, llamada Sport, abre la lista de precios con una etiqueta de $21.990.000.

Le sigue la variante Longitude, cuyo precio escala dos millones de pesos. La diferencia se justifica con la adición del instrumentos digital, el airbag de rodilla, el cargador inalámbrico de teléfonos, el frenado autónomo de emergencia y la alerta de mantenimiento del carril, entre otros.

Luego está la versión de esta prueba, la Longitude X, que agrega el monitor de punto ciego, el asistente de estacionamiento y el techo panorámico. Por esto su costo asciende a los $25.490.000. Son números que están en la parte alta de su segmento. Por lo mismo, su valor yace principalmente en la propuesta de diseño y de marca, con la mejor relación de precio en la versión intermedia.

Lo que más podría pesarle es el pasar de los años y la consiguiente renovación de la competencia, que es durísima, por cierto. Sin embargo, este Renegade está mucho mejor resuelto que sus ejecuciones anteriores. Su motor le da todo lo que siempre mereció el equipamiento lo hace un auto entretenido y cómodo de usar a diario. Por esto y los valores que ya traía de antes, ahora sí es un buen Jeep urbanita.

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